Sevilla Fútbol Club..., mi Galatea

  Narra Ovidio en su Metamorfosis el mito de Pigmalión, escultor y antiguo rey de Chipre, quien tras esperar encontrar su ideal de belleza en una mujer a la que convertir en su esposa, decide finalmente dedicarse a la recreación de ese ideal de belleza en sus esculturas. Aunque nos han llegado diferentes versiones sobre este mito, fue básicamente así como Pigmalión creó a Galatea, la estatua de una mujer tan sumamente bella y hermosa, que el escultor se enamoró de ella.

  Pigmalión soñó que aquella Galatea cobraba vida. Aquel frió material del que había sido creada, se ablandaba y desprendía calor, adquiriendo el tacto de un cuerpo humano.
Observe el lector a Cupido y las Mascaras
  Al despertar, Pigmalión descubre ante si a la diosa Afrodita, a quien tantas obras él había ofrecido. Es entonces, cuando la diosa hace realidad el sueño del escultor, dándole vida a Galatea.

“Aquí tienes a la Reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal”

  El mito de Pigmlión ha dado nombre a un principio de actuación, que en psicología se conoce como el “Efecto Pigmalión”. Básicamente, este principio de actuación afirma que las creencias y expectativas que sobre nosotros tienen otros individuos, afectan a nuestra conducta hasta tal punto, que dichas creencias y expectativas tienden a confirmarse.

  Para ilustrar esta teoría con un ejemplo, imaginemos a un niño de unos 4 o 5 años, que diariamente trae una ficha del colegio a casa. La ficha consiste en un dibujo del que tan solo tenemos el contorno en negro sobre fondo blanco, y que el niño debe rellenar con diferentes colores.


  El niño, debido a su edad y su falta de destreza con los lápices y rotuladores, se saldrá del contorno y pintará con trazos muy irregulares en dirección y tamaño, dejando incluso áreas en blanco. Aquí es donde entra en juego el principio de actuación basado en las creencias y expectativas de los padres, quienes pueden tomar dos posturas muy diferentes:
  
  • Reprender al niño una y otra vez con cada ficha que trae del colegio, diciéndole que cada vez pinta peor, que es muy poco cuidadoso y que no progresa para nada. En este caso, ten por seguro que el niño acabará pensando que es realmente torpe y que nunca pitará bien. Nuestras creencias y expectativas habrán determinado su actuación e influido negativamente en su autoestima.
  • Animar al niño y, aunque sea mentira, decirle que cada día se sale menos del contorno del dibujo al pintar y que sus trazos son ya más uniformes. En esta ocasión, el niño se esforzará pensando que realmente lo hace cada vez mejor y creyendo en sus posibilidades. Acabará pintando el dibujo perfectamente.
  Como hemos visto, el efecto Pigmalión puede ser tanto negativo como positivo. Nuestras creencias y expectativas sobre un individuo, pueden determinar en él una actuación en uno u otro sentido. Además, este principio de actuación es aplicable a infinidad de ámbitos tales como el laboral, educativo, social, sentimental... y por supuesto DEPORTIVO.

  No fue Colusso el primer jugador al que le temblaran las piernas mientras subía las escalerillas que dan acceso al terreno de juego de nuestra Bombonera. Tampoco fue el último, aunque quizás, sí fuera el más sincero. Los integrantes de una plantilla son profesionales, pero no por eso dejan de ser jóvenes a los que les pueda influir el murmullo de la grada. No hablamos ya siquiera, de aquellos que insultan y se mofan, ni de las críticas desproporcionadas e interesadas de la prensa, mucho más destructivas aún.

  Comportamientos como éstos, durante un partido, no solamente no ayudan, sino que además, van en perjuicio del equipo. Al estadio se va a animar. Quien no lo entienda así, mejor es que se quede en casita. Allí puede chillar e insultar a todo lo que se menea (si le dejan), sin que ello influya en la actuación del equipo.

  Después, una vez terminado el partido, se puede hacer un análisis de la situación y criticar todo aquello que se crea oportuno, siempre con ánimo de ayudar, aunque ello suponga discutir el trabajo de muchos, desde el presidente hasta los jugadores. No en vano, la afición Sevillista es soberana y plural.

  Sevilla Fútbol Club..., tú has sido la Galatea de una afición que soñó con tu despertar durante más de 50 años. Eran Sevillistas que nunca dejaron de creer en que ese Escudo, que pareciera inerte, despertara de su letargo. ¿Alguien duda que las creencias y expectativas sobre el equipo, que la grada tenía hace unos años, no fueran pilares fundamentales en los éxitos del Club? 

“Aquí tienes a la Reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal”

 Sevilla Fútbol Club..., sabes que desde hace 122 años, miles de corazones Sevillistas han estado latiendo y bombeando cada gota de sangre, con el único fin de oxigenar y alimentar ese Escudo. Y a fe que lo han conseguido. Han latido para tí en los buenos momentos, pero cuando con más fuerza lo han hecho, ha sido cuando más lo necesitabas. Nunca te abandonaron a tu suerte, siempre esperando a su Galatea.

  Sé que tarde o temprano, despertarás de este pequeño letargo deportivo. Para los tuyos, daría igual que tardases una semana u otros 50 años. No dejaremos de soñar, ni mi corazón dejará de bombear sangre hacia ese otro gran corazón que es tu Escudo. Y no estaré solo. Tienes razón amigo; seremos TODOS los Sevillistas, como ha sido siempre, desde hace 122 años.

“Aquí tienes a la Reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal”



P.D. Ahora vuelve a leer el título de este post, pero marcando los tiempos. Hazlo como si estuviera escrito en un pentagrama o como si leyeras poesía pura. Recréate en la belleza de ese nombre y guarda fuerzas para mañana.

5 Comentarios:

Mati Herrera dijo...

Mi querido compañero, cada día escribes mejor. Muy interesante tu exposición. Enhorabuena.

Terenti dijo...

Mi querida compañera,

he tenido una buena maestra.

Anónimo dijo...

Te doy toda la razón¡¡
Me ha gustado mucho este post y he aprendido algo nuevo.

Serafín Fuerte Calado dijo...

Totalmente acertado y con reminiscencias culturales envidiables. Enhorabuena por la exposición, así como por la explicación de como influímos en el equipo (que hay todavía quien no se lo cree y que gritando "perros" o "mercenarios" van a arreglar las cosas).

En breves palabras, "M'ancantao, cohone". Un abrazo del eterno becario.

Anónimo dijo...

Muy bueno. Estás inspirado