Ha Fallecido “El Niño de Oro”
El Sevillismo de aquí abajo está de luto tras la muerte del mejor jugador en la Centenaria Historia de nuestro Club. Gracias Juan, Niño de Oro, por todas esas tardes de gloria que has dado a nuestro Club.
Como decía Don Antonio García Barbeito en su excepcional Pregón…
“Los más viejos que conocí hablaban de un muchacho de por ahí, uno que vino y empezó a darle al césped categoría de flor de la canela. Dicen que la tocaba, la llevaba con el mimo con el que se enseña a andar a un hijo, la escondía como si fuera una bolita de trile y cuando se daban cuenta los contrarios ya iba la cosa 3 a cero. No es andaluz, pero dicen que en los pies tenía las manos del bordador Juan Manuel. ¡Cómo lo contaba Manuel, que se hizo sevillista por él! “…Y la pedía, decía dámela y se iba que parecía que el balón era de chapa y corría sobre un imán bajo la “yerba”… El balón en los pies, la vista larga, y ná del otro mundo: estilizao como una bailarina, pero con cinco diablos en las botas. La cogía, se regateaba hasta el del marcador, y se iba tan niño y tan chulo con el balón y se entretenía en contarle los nudos a la red… Y es que lo hacía hoy, y mañana, y pasao mañana, y cuando quería… Era un chaval, 22 ó 23 años, pero tenía la gracia de Sevilla en los pies y la agilidad de una pantera. 20 ó 22 años. Cuando la cogía y la coronaba, el “Sánchez Pizjuán” se le venía encima, aplaudiéndole como si fuera un torero, que era torero, con aquella gracia que tenía jugando. ¿Tú qué sabes, si no has visto jugar a Juanito Arza…?”
¿Es verdad, Juan, que cuando la cogías y la tratabas como el pan que te has de comer luego, y la ponías donde los sueños, el “Sánchez Pizjuán” se te venía encima? ¿Y yo no lo vi? ¿Y me voy a morir con la pena de no verte aclamado por el sevillismo, si estás para jugar el domingo? ¡Anda, querido Juan, Juanito, Niño de Oro, ponte de pie, quiebra la timidez, porque este “Sánchez Pizjuán” de hoy, este “Sánchez Pizjuán” que pisa el Centenario del Sevilla, quiere acordarse de cómo te aplaudía, porque estás regateando al tiempo, le estás rompiendo la cintura a la vejez y, a tus ochenta y tantos, queremos celebrar este gol que le marcas todos los días a la vida: Va por ti este aplauso, maestro”.
Como decía Don Antonio García Barbeito en su excepcional Pregón…
“Los más viejos que conocí hablaban de un muchacho de por ahí, uno que vino y empezó a darle al césped categoría de flor de la canela. Dicen que la tocaba, la llevaba con el mimo con el que se enseña a andar a un hijo, la escondía como si fuera una bolita de trile y cuando se daban cuenta los contrarios ya iba la cosa 3 a cero. No es andaluz, pero dicen que en los pies tenía las manos del bordador Juan Manuel. ¡Cómo lo contaba Manuel, que se hizo sevillista por él! “…Y la pedía, decía dámela y se iba que parecía que el balón era de chapa y corría sobre un imán bajo la “yerba”… El balón en los pies, la vista larga, y ná del otro mundo: estilizao como una bailarina, pero con cinco diablos en las botas. La cogía, se regateaba hasta el del marcador, y se iba tan niño y tan chulo con el balón y se entretenía en contarle los nudos a la red… Y es que lo hacía hoy, y mañana, y pasao mañana, y cuando quería… Era un chaval, 22 ó 23 años, pero tenía la gracia de Sevilla en los pies y la agilidad de una pantera. 20 ó 22 años. Cuando la cogía y la coronaba, el “Sánchez Pizjuán” se le venía encima, aplaudiéndole como si fuera un torero, que era torero, con aquella gracia que tenía jugando. ¿Tú qué sabes, si no has visto jugar a Juanito Arza…?”
¿Es verdad, Juan, que cuando la cogías y la tratabas como el pan que te has de comer luego, y la ponías donde los sueños, el “Sánchez Pizjuán” se te venía encima? ¿Y yo no lo vi? ¿Y me voy a morir con la pena de no verte aclamado por el sevillismo, si estás para jugar el domingo? ¡Anda, querido Juan, Juanito, Niño de Oro, ponte de pie, quiebra la timidez, porque este “Sánchez Pizjuán” de hoy, este “Sánchez Pizjuán” que pisa el Centenario del Sevilla, quiere acordarse de cómo te aplaudía, porque estás regateando al tiempo, le estás rompiendo la cintura a la vejez y, a tus ochenta y tantos, queremos celebrar este gol que le marcas todos los días a la vida: Va por ti este aplauso, maestro”.
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